En pausa
Así como pendiendo de un par de recuerdos y de escenas inconclusas, todo parece estar quieto. Casi como si una fuerza extraña vetara al movimiento, ni siquiera puedo mover mis manos.
De ellas cuelgan un par de hilos cortados, con cuentas que caen y caen al suelo, pero están suspendidas en el aire, a centímetros de las tablas enceradas, que las esperan para hacerlas rebotar y rodar para quedar esparcidas por la sala; pareciera que tendrían que esperar eternamente, como yo.
Y el pasar de las horas es como una secuencia repetitiva de fotografías idénticas, una sobre otra. Todo sigue estático, flotando, sin permiso para retomar su curso, su esencia, su porqué de ser.
El aire, pesado, entra por costumbre a mis pulmones, pero tan lento que todo un proceso queda reducido y limitado a un suspiro permanente más profundo que todos los de una vida juntos. Allí, enmarañados, se quedan los momentos.
De ellas cuelgan un par de hilos cortados, con cuentas que caen y caen al suelo, pero están suspendidas en el aire, a centímetros de las tablas enceradas, que las esperan para hacerlas rebotar y rodar para quedar esparcidas por la sala; pareciera que tendrían que esperar eternamente, como yo.
Y el pasar de las horas es como una secuencia repetitiva de fotografías idénticas, una sobre otra. Todo sigue estático, flotando, sin permiso para retomar su curso, su esencia, su porqué de ser.
El aire, pesado, entra por costumbre a mis pulmones, pero tan lento que todo un proceso queda reducido y limitado a un suspiro permanente más profundo que todos los de una vida juntos. Allí, enmarañados, se quedan los momentos.