¿Otra vía?

La mala o buena (no sé, no lo he definido aún) costumbre de anotar hasta los suspiros está con licencia, se tomó unas buenas vacaciones o decidió suicidarse.
Un vacío de expresiones, una inmensidad de emociones.

Me gusta pensar que a todo aquel que escribe se le han agotado, al menos una vez, las palabras. Quizá porque las que encuentra no son las adecuadas; tal vez, no alcanzan.
Quizá la realidad no calza con la hipótesis y no todo me resulta más expresable al ser trazado en papel; quizá, la amnesia selectiva se apoderó de mi capacidad sintagmática y pide a gritos que aprenda a hacer las cosas de otra forma.
No sé, ah. No tengo la más remota idea, pero ahora sobran hojas en los cuadernos, los lápices duran más y aún puedo respirar.