Detestablemente odioso

Detesto tener un chocolate enfrente y no poder dejarlo de lado o tenerlo guardado y no poder dejar de pensar en él; detesto no encontrar lo que busco mientras en mi cabeza pasan las imágenes de la última vez que lo vi - si tan sólo recordara dónde (...)-; detesto no recordar algo o no poder dar una respuesta tras haber estudiado el asunto; detesto no saber reaccionar de la manera adecuada en un momento dado, luego de haber errado en lo mismo sucesivamente; pero más que todo aquello, detesto frenar ante el miedo.. no poder abrir los ojos y ser.. odio el nerviosismo; congelarme ante la incertidumbre, ante el pánico frente al supuesto peligro - que en la mayoría de los casos, no es más que producto de mi propia inseguridad - , desencadenado en un ataque de histeria interna, que a veces no se manifiesta más que en una actitud de indiferencia.