Niña traviesa

Nunca he querido formarme una idea de la primavera.
Es atrayente el concepto de florescencia, de novedad, pero es algo que me ha traído la edad.

A veces me molesta que todo se pinte tan color de rosa por el sólo hecho de estar en esa época del año.

Pobre otoño, que no tiene culpa por acarrear colores más tenues o porque su viento sea un poco más húmedo; no por eso ella es más bella que él.



¿Maldita primavera? Enunciado injusto, afirmación celosa. Intento no juzgarla, pero tampoco defenderé sus travesuras, cubiertas de sutil inocencia.

Me basta con la imagen de varias flores contra un lienzo blanco. De otra manera, puede doler demasiado.


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Detestablemente odioso

Detesto tener un chocolate enfrente y no poder dejarlo de lado o tenerlo guardado y no poder dejar de pensar en él; detesto no encontrar lo que busco mientras en mi cabeza pasan las imágenes de la última vez que lo vi - si tan sólo recordara dónde (...)-; detesto no recordar algo o no poder dar una respuesta tras haber estudiado el asunto; detesto no saber reaccionar de la manera adecuada en un momento dado, luego de haber errado en lo mismo sucesivamente; pero más que todo aquello, detesto frenar ante el miedo.. no poder abrir los ojos y ser.. odio el nerviosismo; congelarme ante la incertidumbre, ante el pánico frente al supuesto peligro - que en la mayoría de los casos, no es más que producto de mi propia inseguridad - , desencadenado en un ataque de histeria interna, que a veces no se manifiesta más que en una actitud de indiferencia.

Entre horas

Considero que mis decisiones tomadas a la luz del día, son bastante más confiables que aquellas que se forjan después del ocaso. En la penumbra y bajo el manto estrellado, el mundo adopta otras formas de lo concebido como realidad. Pero, ¿acaso es menos realidad a una hora o a otra? No por un asunto místico o de poderes sobrenaturales, la noche acentúa lo poco racional; se olvidan los firmes motivos o las dudas frecuentes; de un modo o de otro, se tornan borrosos los límites.

Y amanece. Y todo es distinto: esto se mueve un poco hacia allá; aquello, hacia acá. Siento distinto, pienso diferente. Tengo mayor control sobre lo que veo, sobre lo que hago.

Aunque, claro está, los problemas se presentan al atardecer; a esos momentos entre las seis y las siete - o las ocho, en otra época del año - en que no quieres saber si es de día o si es de noche. Esa, es la hora en que, sin más dilemas, se te deja vivir.

Suprimida realidad

Soñó que la mataba. No con sangre ni con abuso de poder; sin violencia, sin fuerza bruta. De algún modo, se deshizo de ella, conscientemente en su inconsciente. Ahora, ya no podía tocarlo. Ya no podía siquiera alcanzarlo con las palabras: su ser, cuando despierto, no era más que un fantasma de su cruel existencia.

Cerros, río, sueños..

Cerré los ojos, y no sentí miedo. Ahí, imponente, se levantaba esa montaña, nevada a veces, que paciente dejaba que cada atardecer hiciese de ella un lienzo con matices distintos; viento fresco, pero seco que, sin hora de regreso, se paseaba meciendo el pasto con el que hice tantas trenzas; contra el celaje oscuro, las estrellas, incontables, invadían el tiempo y el espacio, dejando que su brillo me llenara; y mientras el sonido del agua contra las piedras que calmaba mi cuerpo y me llevaba a soñar, se reproduce aquí, en el encierro de mi habitación, las lágrimas me hacen dormir, empapándome en la desesperanza.. nunca más todo aquello.. Nunca más mis historias e ideas de niña encontrarán su poder ser, su respiro, su lugar.. Todo lo sentido se quedó flotando, revoloteando en las corrientes de aire atrapadas entre los cerros.. Mis cerros ..

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Abruman, a veces, los recuerdos: duelen en el fondo, porque crecer deja marcas; los cambios traen consecuencias, los cambios se roban un trozo de lo más profundo de .. no sé de dónde.. sólo sé que es desgarrador.